Roni Noone
Encontrar la confianza fuera de tu zona de confort
“Desde que tengo consciencia he odiado mi cuerpo. A los 11 años, ya escondía mi cuerpo bajo ropa ancha y me comparaba con mis amigas delgadas. Era consciente que los otros me veían ‘rellenita’. Incluso mi padre, en más de una ocasión, remarcaba mis 5 o 6 kg de más. Aquí es cuando empezó mi relación con la dieta.
En el instituto, había veces que quería hacer 100 abdominales antes de ir a dormir, y no comía más que una pequeña ensalada para almorzar y algo simbólico para cenar. Tratando desesperadamente de adelgazar, intenté matar el hambre que tenía.
En la universidad, los estudiantes de primer curso mostraban su lado oscuro. Un año, volví a casa durante las vacaciones de invierno y, en una comida familiar, un miembro de la familia, muy honesto, me dijo que tenías unos cuantos quilos de más.
Al finalizar la universidad había engordado 22 kg de más. Me horroricé, deprimida y enfadada conmigo misma por no haber hecho nada al respecto. Ahora deseaba ser esa chica ‘rellenita’ de secundaria. Miraba fotos y me sentía incrédula. ¡Estaba flaca por aquel entonces! ¿En qué diablos estaba pensando?
Después de la universidad tuve una misión. Durante ese primer año, después de graduarme, perdí unos 20 kg con medidas extremas como supresores del apetito y de ayuno, pero empecé a ganar peso de nuevo. No podía mantenerme en el peso con una imagen mala de mi cuerpo y hábitos alimentarios terribles.
En 2005, tuve mi primer hijo y mi punto de vista cambió un poco. Bastante. No quería ser una madre cohibida, desconfiada y poco saludable, que utiliza su imagen física y peso como excusa para no divertirse con su hijo. Así que empecé a salir de mi zona de confort y me volví cada vez más activa y aventurera. Descubrí que, cuanto más consciente era de los alimentos, comía cosas más nutritivas, era más honesta conmigo misma y me mantenía más activa, me adelgazaba más.
Cuanto más salía de mi zona de confort, más confianza tenía conmigo misma. Empecé todo esto con la intención de perder peso, pero he ganado mucho más de lo que he perdido, especialmente en el ámbito de la dieta y el ejercicio.
Cuando empecé, odiaba hacer ejercicio y mis opciones de comida eran bastante típicas - comidas de conveniencia de microondas, comida rápida,… Con los años, sin embargo, he aprendido a llevar un estilo de vida más saludable, mantenerme en el peso y, ahora, como alimentos más diversos. Empecé a comprar más productos, cocinar más en casa y buscar aperitivos menos procesados, como la fruta o los pistachos. Cuanto más sano como, más sana me vuelvo y más sano quiero comer. Lo mismo me pasó con mi interés en el ejercicio físico -cuanto más activa era, ¡más activa quería estar!
Ahora, simplemente, hago lo que puedo cuando puedo, sin obsesionarme en estar delgada y perfecta. Y, con casi 40 años, ¡estoy más sana y en forma que nunca!