Engrasa un molde para pasteles y coloca un poco de papel de horno en la parte inferior.

Añade la yema de huevo en un bol junto con 10g de azúcar y revuelve con la ayuda de una batidora. Luego agrega el aceite.

Mezcla el polvo de té hasta hacer una pasta con 20ml de agua hirviendo. Cuando ya no haya grumos, agrega 30ml más de agua fría.

Añade la mezcla de té en la yema de huevo y mezcla. Incorpora 40 g de harina y mézclala en la masa con una batidora.

En un segundo recipiente, bate la clara de huevo hasta conseguir una espuma con una batidora de mano eléctrica. Añade la levadura en polvo y continua mezclando hasta que se forme una espuma densa. A continuación, añade 45 g de azúcar y continua batiendo hasta que las claras formen picos.

Ahora, con la ayuda de una espátula, vierte la clara de huevo en la yema en dos actos. Ten especial cuidado en no batir el aire hacia fuera.

Vierte la mezcla en el molde del pastel y distribuye de manera uniforme. Coge un palillo o similar para pinchar la pasta y elimina cualquier burbuja de aire de gran tamaño.

Hornea el pastel durante 55 minutos a 160°C. Pincha la masa para comprobar que esté listo.

Saca la tarta del horno y pasa un cuchillo alrededor de los bordes del molde para despegar la masa. Saca del molde y deja enfriar sobre una rejilla.

Mientras, prepara el relleno. Bate la crema de queso con una batidora hasta que tenga una consistencia cremosa agradable. Añade los pistachos americanos y la miel; y, revuelve. Coloca en la nevera hasta el siguiente paso.

Cuando el pastel se haya enfriado, cortar por la mitad horizontal el pastel. Unta una de las mitades con el relleno y coloca la otra mitad de la masa encima. Utiliza el relleno restante para colocar encima del pastel. Espolvorea los pistachos picados. Deja enfriar de nuevo en la nevera antes de servir.